La fotografía de fauna desde un hide fotográfico es un momento
definitivo, pareciera que los animales posan para nosotros… muy
lejos de la realidad. De hecho, los únicos alicientes para que los
animales acudan y recurran con asiduidad a los hides son el
aporte alimentario y la disponibilidad de agua en bebederos y
baños, mayoritariamente artificiales.
En el entorno están sus nidos, cazaderos, dormideros,
madrigueras, descansaderos, áreas de campeo, refugios,
recorridos, etc… forman parte de un ecosistema, su conservación
y estudio son necesarios para preservar la biodiversidad.
¿Qué especies podríamos observar o fotografiar desde un hide si
no se velase por la viabilidad, la gestión y la protección de las
especies que habitan su propio entorno natural?
La cercanía y la accesibilidad a la fauna silvestre que nos
proporciona una sesión de hide, bien se merece unas pautas de
comportamiento, ética y buen manejo, tanto por parte del
fotógrafo como del responsable del hide.
La ubicación de estos escondites (hides) preferiblemente
situados en un espacio natural, alejados de carreteras y tendidos
eléctricos, sin vallados perimetrales, de fácil y amplia
entrada/salida de las aves cuando se trata de grandes alados,
con diferentes posaderos (de acercamiento y ceba), en zonas de
escaso tránsito (paseantes, senderistas, etc…).
El manejo del aporte alimentario siempre selectivo y adecuado,
ya que algunos alimentos, de forma puntual o reiterada, pueden
ser perjudiciales para algunas especies. De tal forma, la manteca
comercial contiene sal, su aporte y consumo regular en
pequeñas aves produce daños renales; las piezas de caza
abatidas por disparo pueden contener plomo, los efectos de la
intoxicación por plomo son muy graves; el uso reiterado de
piezas de deshecho de matadero donde no se han respetado los
tiempos de espera para la eliminación de ciertos antibióticos
afecta sobre todo al buitre negro, predisponiendo a candidiasis
en su sistema digestivo.
Por otro lado, cuando se toma la decisión de realizar aportes de
comida a la fauna silvestre en un lugar determinado, en el caso
de suspender esta actividad, no se debería acometer de forma
radical, sino paulatinamente para mitigar la querencia que han
adquirido por nuestra rutina.
El fotógrafo, desde el hide, además de poder captar unas
imágenes de gran belleza, de disponer de tiempo para planificar
y preparar su equipo para lograr grandes resultados, se
encuentra en una posición privilegiada: la de observador.
La observación de la fauna nos adentra en el conocimiento del
comportamiento de los animales, su biología, su morfología,
mejora y enriquece la calidad de nuestras fotografías. ¿Cuántas
veces soltamos la cámara, y sólo con la observación desaparecen
la impaciencia, la frustración, nos sentimos bien, y prevalece el
amor hacia la naturaleza por encima de cualquier resultado
fotográfico?
Nuestra actitud, como fotógrafo u observador, escondidos tras
un cristal espía, ha de respetar siempre el bienestar animal y su
seguridad, siguiendo unas sencillas normas
Un artículo de Wildtracani
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